lunes, 14 de noviembre de 2011

Magia en el cielo


¿Qué es vivir? Para mi vivir significa sentir, soñar y superar las pruebas que nos impone el destino, lo más importante de cada una de estas pruebas es que cumplan su objetivo y podamos sacar una buena lección para utilizarla a su debido tiempo.

Podríamos decir que en su momento, él había aprendido lo suficiente, el problema fue que con el tiempo lo olvidó o simplemente intento ser como los demás. Recuerdo q al principio se sentía distinto y eso muchas veces le entristecía pero luego comprendió que podía llamarle “don” a esa capacidad de mirar los problemas siempre con una sonrisa y que podría servirle para ayudar a sus seres queridos, pero no siempre había sido así.

La primera vez que le vi, el jovencito insolente no fue capaz ni de decir: “buenas tardes” , su prepotencia orgullo y altanería no le dejaban ver más allá que su propia nariz. Espere por minutos con una mirada agradable para saludarle pero luego comprendí que era inútil y se veía estúpido así que desistí de la acción dejando la sala en la que nos encontrábamos

El tiempo pasó y las propias circunstancias hicieron que aquel jovencito insolente se transformara en un amable y amistoso joven, que respondía a todo con una sonrisa, yo estaba admirada y observaba desde lejos su cambio feliz por haber participado en su aprendizaje.

Lamentablemente no bastaron muchos años para que lo olvidara, finalmente se había transformado en un amargado ciudadano, gris y distante como solía serlo antes de conocerle.

En nuestra estadía en aquel lugar disfrutamos de muchas compañías, personalmente le acompañe tímidamente en silencio siempre escuchando lo que él quería decir. Me había transformado en su admiradora más fiel y siempre respondía a sus pensamientos con una sonrisa.

Pero nunca le vi más interesado que aquella vez, cuando aquel hombre llegó al lugar. No acostumbrábamos a recibir muchas visitas pero la suya particularmente era especial. Se apareció ahí muchas veces para simplemente hablar con él lo que me parecía muy curioso.

Finalmente aquel hombre había logrado convertirse en su amigo algo que yo, pese al mucho tiempo que estuve junto a él no logré hacer. Nunca supe por qué pero aquel hombre después de algún tiempo visitándole no se apareció por el lugar y debido a esto, el joven se fue marchitando y transformando en un gris ciudadano.

Y ahora le veía así, estresado, preocupado por las cosas materiales que poco le importaron en un momento. Cuando pasé por su lado ni siquiera se dio cuenta de mi presencia y siguió sumergido en su oscuro y amargo café, tan oscuro y amargo como sus pensamientos.

Algo preocupado me senté en una mesa que quedaba justo frente a él y comencé a observarle. De vez en cuando revolvía el café sin ni siquiera pensar en degustarlo suspiraba y miraba al cielo, así pasaron horas, hasta que por fin se acomodó para levantarse del asiento.

Sin dudarlo quise acercarme a él pero me detuvo un hermoso sentimiento al ver que su rostro se iluminaba con una sonrisa mirando al cielo. Libres floraban un centenar de globos de colores mágicos, que al mirarlos te hacían sentir tan libre e inocente que no solo el si no todos quienes estábamos ahí sonreímos al verlos.

Entonces se levantó y se fue....

Y al día siguiente repetí la acción, es que en realidad deseaba encontrarme con aquel chico que había compartido oscuros días junto a mí.

Y al día siguiente, al otro día y el resto de la semana, para mi asombro siempre a la misma hora le vi gris y triste revolviendo su café hasta que los globos mágicos aparecían en el cielo. Un día mi curiosidad pudo más y le seguí.

Emocionado corrió hasta la plaza que estaba cerca de la cafetería, con su mirada seguía los globos como un niño pequeño ilusionado quizás con querer alcanzarlos. Se recostó en el pasto y se quedó mirándolos, inmóvil, me acerque lentamente y me recosté junto a él.

-Recuerdas aquel hombre que nos visitaba todas las tardes- Extrañada le miré ¿realmente me recordaba? entonces el joven prosiguió- el decía que el cielo te hacia libre, pero el cielo no era el ambiente natural de un ser humano, el cielo está ahí para soñar pero no puedes tocar el cielo fácilmente, por lo tanto puedes alcanzar tus sueños siempre y cuando tomes un avión.- admirada nuevamente por sus palabras le eché un vistazo y vi como una lagrima caía de su rostro.

Sus pensamientos se llenaron de inocencia y se echó a llorar como un niño sintió el viento en su rostro y recordó como aquel hombre solía acariciarle. -Había olvidado que aún existe gente con bondad en esta tierra, cuando él se fue pensé que nunca más alguien me podía regalar un momento de compañía, pero todas estas tardes mientras tomo mi café me haz acompañado y aquellos globos me hacen pensar que es aquel hombre es quien te ha enviado a conversar. Si la vida es vivir, tan solo se acaba cuando te olvidan y pensé que yo era el único que recordaba aquel hombre, incluso llegue a pensar que todo había sido producto de mi imaginación pero tus ojos brillantes me dicen lo contrario. También le recuerdas-. Yo seguía en silencio observe nuevamente el cielo, los globos se habían perdido en la profundidad azul.

El joven se levantó y desapareció entre la gente con una sonrisa y los ojos llenos de aquel sentimiento que inundaba el lugar y que hacía que todos quienes estuviesen ahí sonrieran al cielo, desde entonces nunca le volví a ver.

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