
Cuando llegué a mi casa extrañé sus ojitos brillantes, extrañé ser recibida con tanta alegría y tanto amor, por su puesto la casa estaba en silencio pero sin embargo, por primera vez, ese silencio era tan amargo.
No fue mucho lo que logré hacer sin derrumbarme, esperaba que en cualquier momento apareciera, quería verla corriendo por el lugar pero estaba sola.
Pocos habían sido los que en mi vida no habían logrado desilusionado, y entre esos pocos estaba ella, en silencio estaba horas junto a mí, era mi mejor compañía y al principio pasábamos tardes completas jugando, pero el tiempo pasó ella se transformó en anciana y yo en una adolecente, sin embargo, buscábamos tiempo preciso para poder jugar.
11 años habían pasado desde que llegó, mi hermano tenía 10 meses cuando ella llegó, así que no conocía la vida sin su compañía, a ella, le había tocado vivir muy duro durante sus primeros años, y cuando llegó a casa tuvo que soportar a un bebé irritante que la seguía por todos lados, pero siempre tuvo mucha paciencia
Esos últimos días habían sido terribles, pasé noches sin dormir cuidándola junto a mi cama, sus ojitos estaban llenos de vida una vida que no quería seguir junto a ella, pasaron días antes que decidieran llevarla al veterinario.
El diagnóstico fue tajante y solo tenía una salida "ponerla a dormir" a mi hermano le pareció tan dulce, lo que para mí fue doloroso, y solo teníamos algunos minutos para despedirnos de ella.
Entramos a una fría sala, estaba sobre una camilla helada e incómoda si pensamos que once años había pasado durmiendo a los pies de mi cama. Cuando llegué quiso ponerse de pie pero estaba dopada y con toda esa hermosa energía solo logró mover su cola sus ojitos se pusieron brillantes y alegres, sin duda, nos extrañaba.
Al ponerme junto a ella no hice mas que recordar, todas esas travesuras como cuando rompía los zapatos de mi papá o todas esas veces que secó mis lágrimas con su pegajosa lengua, sin duda había sido mi mejor amiga, la que junto a mi cama, me cuidó todas esas veces que estuve enferma. Ahora yo estaba junto a ella para despedirme por última vez, no como lo hacía todas las mañanas antes de ir al colegio, me acompañaba hasta la puerta de mi casa luego la despedía y ella se iba a dormir sobre mi cama, esperando hasta que yo llegara.
Era educada, desde que llegó jamás ocupo la casa como el baño, era capaz de rasguñar horas una puerta solo para que le abrieran, cuando era hora de comer se sentaba en el suelo pero cerca de nosotros por si aparecía algún bocadillo sabroso, entonces comenzaba a ladrar.
Creía que alguna vez casaría conejos, todas esas veces que nos acompañó a la playa, al campo siempre corriendo delante de nosotros.
Entonces me detuve en un recuerdo... La primera vez en que nos vimos.
Entré a mi casa, era una niña, solo tenía 5 años. Esperaba en el fondo del pasillo, muy sucia, llena de garrapatas. Cuando abrí la puerta tuve una mirada fulminante, nuestros ojitos brillaron y nos enamoramos a primera vista. Corrió hacia mí y yo hacia ella jugamos la tarde completa, no me preocupó lo sucia que estaba, y hasta me parecía gracioso su pelo, era como algodón, si, era una “peluza de algodón”.
Ahora sus ojitos me miraban despidiéndose yo quería arrepentirme, había estado tantas veces enferma, al borde de la muerte ¿por qué tendría que decidir el veterinario cuando dormiría para siempre? pero la decisión estaba tomada.
Sus ojitos brillaron por última vez, quizás ambas recodábamos lo mismo, dejó caer una lagrima y cerró los ojos.
Desde ese momento la casa quedó vacía.
Hasta que hayas amado a un animal, una parte de tu alma estará dormida. Anatole France
No existe mejor psiquiatra en el mundo que un cachorro lamiendo tu cara. Ben Williams
Errar es humano, perdonar, canino. Anónimo.
Quién podría creer que no hay un alma tras esos ojos iluminados! Theophile Gautier
Puedes decir cualquier tontería a un perro, y el perro te mirará de una manera que parece decir "Por Dios! Tienes razón! Nunca se me hubiera ocurrido!" Dave Barry
Si recoges un perro hambriento y lo haces prospero, no te morderá, esa es la principal diferencia entre un perro y un hombre. Mark Twain
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