jueves, 8 de septiembre de 2011

Recuerdos Marinos


Me planté frente al mar, me sentí libre y llena de vida, nuevamente estaba frente a esa fuerza que extrañaba, respiré hondo, intenté contenerme pero comencé a llorar.
Habían pasado años sin sentir el sonido de las olas, sin ver aquel azul que a nada se igualaba, sin respirar ese olor que me llenaba de fuerza, sin sentir la arena, ni las caricias de la brisa...
Cerré los ojos. El aire se tornó dulce…. Aquel ultimó día pasó rapidísimo, lo suficientemente rápido como para poder disfrutarlo, llegamos cuando el sol llevaba pocas horas sobre nosotros y nos fuimos cuando se escondía en el horizonte. Nostálgico era ver la cara de mis primos escuchar sus voces sus carcajadas inocentes, sin duda aquel día fue el mejor y eso quedó demostrado en lo cansados que llegamos aquella noche a la casa de mi abuelo, nos dormimos tan rápidamente que ni alcanzamos a comentar lo genial que había sido. Y esa fue mi despedida, pues el día siguiente se transformó en maletas y discursos de despedidas antes de horas de viajes para llegar a la capital, a la selva de cemento en la cual vivo. Y Pasaron días, meses, años en los que necesitaba de su fuerza, años en los que sentía el llamado del mar...
Abrí los Ojos....
Atrás quedaron las carcajadas inocentes de mis primos, los perfectos días completos en la playa. De pronto escuché una voz, giré. Mis primos ya adultos me miraban sonrientes sin saber lo que acababa de recordar, me giré hacia él, abrí los brazos como forma de despedirme, prometí volver a visitarle, quizás me traería algún otro dulce recuerdo de mi niñez.

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