Nuevamente estaba inquieta, pero más que la vez anterior, su corazón saltaba agitado como si hubiese estado corriendo. El fervor de los fiesteros parecía indicar que ya eran cerca de las 4 de la madrugada, podría haber salido a bailar por ahí, lugares no le faltaban, pero entonces no hubiese dejado de sentirse un pez fuera del agua. Había pasado nuevamente la noche en vela, pero no le importaba en su pensamiento enhebraba aquella historia que había dejado pendiente noches antes.
Salió de la cama rápidamente, lo hizo intrigada gracias al sonido de unas voces que parecían gritar en la calzada. Se trataba de algunos jóvenes borrachos, que caminaban por la calle. Dentro del grupo que era formado mayoritariamente por hombres se encontraba una pareja, que caminaba abrazada siempre al final. El abrazo era un poco forzado y él estaba evidentemente borracho.
Luego de algunos titubeos la pareja comenzó a discutir, ella comenzó a caminar más rápido y el la seguía gritándole. Pasaron pocos segundos antes que se detuvieran, mientras los ojos de Klara miraban expectantes la escena. Luego de algunas palabras finalmente ella le abrazo y terminaron besándose apasionadamente en medio de la calle.
Klara salió del balcón algo turbada en busca de un lápiz y un papel, sus manos pasaron por sobre algunas superficies hasta que encontró la suavidad, el calor y la compañía de su gato “Gabriel”. Con la mirada disipada entre sus pensamientos, algo impaciente y sin darle explicación a su comportamiento, volvió nuevamente al balcón para seguir con su escritura
Muchas palabras suicidas fueron a pronunciarse en el papel, pero lo que Klara quería decir no tenía explicación, olvidó la historia, la hermosa historia, que llevaba días escribiendo solo para explicar lo que de pronto, había ocurrido. Una extraña sensación que subió por sus pies la hizo sentir enérgica, enormemente extraña desnivelada y totalmente fuera de sí.
Cuando llego nuevamente al balcón respiró profundo y miró alrededor, para entonces la pareja se había ido a resguardar en la oscuridad de la playa. Klara había seguido los últimos gritos hasta que se perdieron entre el sonido de las olas y la oscuridad.
Pero la joven seguía muy interesada como si se tratase de un asunto propio, necesitaba saber más sobre aquella pareja, había encontrado en aquellas siluetas un sentimiento que le había parecido nuevo hermoso e inestable y aunque su primer encuentro había reaccionado de forma curiosa, quizás se trataba de una característica más, por eso no la tomó en cuenta.
Se levantó del balcón como si un extraño impulso le obligase a hacerlo, buscó algunos implementos y bajó concentrada las escaleras para finalmente encontrarse caminando decidida a ir a ningún lugar por entre los intransitados cerros de aquella colorida ciudad, que incluso en la noche era lo suficiente pintoresca y excitante para su relato.
Un taxi se detuvo en la calzada cuando vio a la solitaria joven caminando presurosa cerro abajo, Klara dudó bastantes segundos antes de decidir que quería sentir el viento de la noche en su cara y bajar por el cerro con la ayuda de sus propios pies. Los segundos que bastaron lo suficiente para que el taxista, algo enfadado acelerara regañando entre dientes y dejando atrás a la menuda figura de la chica, quien luego de un suspiro prosiguió con su camino.
Al llegar al puerto ya comenzaba a amanecer, los primeros rayos del sol hacían que el lugar se transformara en una gloriosa postal. Klara miró el lugar asombrada, como se asombraba cada mañana al mirar el mar, era el único momento en el que dejaba de sentirse vacía.
Siempre miraba delicadamente cada característica de todo lugar, había adquirido esa paciencia y sutileza atreves de sus relatos, estaba concentrada mirando alrededor cuando nuevamente se sintió perturbada al ver la presencia de ambos jóvenes en la playa, caminando cerca de las olas.
Nuevamente su corazón acelerado, sus movimientos descuidados y sus manos y piernas temblando. Klara parecía familiarizarse con este sentimiento por eso buscó un lugar para lograr recomponerse, se sentó sobre la arena desde un lugar donde podía veía alejarse a la joven pareja.
Durante ningún segundo los perdió de vista, mas bien, se dedicó a mirar detalladamente la forma en la que inseguramente pasaban cerca de las olas, pero le llamó mucho mas la atención el rostro de la chica pues indicaba cierto malestar que hacía que Klara se sintiera incomoda, es por esto, que dejó sus implementos de lado para concentrarse solo en las extrañas formas que se perdían entre las olas del mar.
La chica se veía obligada a abrazar al joven que se balanceaba por el efecto del alcohol, hasta que se detuvieron a intercambiar algunas palabras, luego de una larga discusión el joven la tiró del brazo y la débil mujer calló sobre la arena. Klara quedó inmovilizada y atemorizada.
La muchacha se levantó enseguida como si se tratase de un evento común, intentó caminar rápidamente pero el joven le siguió sin titubear queriendo detenerla. Ella parecía segada y su única meta era llegar al final de la playa, en el lugar en donde había encontrado la silueta de Klara quien parecía esconderse luego de que la mirada de la muchacha había encontrado su presencia atónita en el lugar.
Klara estaba atemorizada y por eso escapó por entre el cerro desesperadamente, como si hubiese estado espiando un gran secreto. Al llegar a su hogar sobresaltada cerró la puerta y se puso a llorar.
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