domingo, 10 de febrero de 2013

Los cuervos


Me encontraron tiritando como un pájaro a punto de morir entre los árboles y sobre la nieve. Pero su naturaleza depredadora no se accionó de inmediato, esperaban para engañar a su presa, ofrecer su confianza. Los cuervos revoloteaban a mí alrededor hasta que me vieron de pie, me pidieron que los siguiera.
Todas las personas tenemos un don, ese don es entregado por algo o alguien al nacer. Yo creía que se habían olvidado de mí pero acababa de recordar que puedo leer los ojos de las personas y a la vez transmitir por mis ojos cualquier emoción: “Estábamos mirando yo no sé qué, la gente caminaba alterada y  nos divertía su caminar,  en realidad estábamos escondidas en lo alto, lo cual es muy paradójico si pensamos que desde lo alto todos deberían verte, sin embargo, aun así “algunas personas no ven a dios”.
Entonces pasó ella, sus ojos nostálgicos llamaron mi atención sobre todo cuando quedaron clavados en mi acompañante, clavados como los cuchillos que comenzaban a amenazarme ¿Qué podía hacer? temblaba, gritaba en silencio mientras me quemaba. Levante la mirada quería encontrar sus ojos mirando hacia otro lugar, sin embargo, estaban entrelazados, dolorosamente para mí. “El latido sincronizado, sentí como se iba de mis manos” sentía como poco a poco el frio volvía a contenerme ¿así se sentía el miedo? Lo había olvidado  y estaba de vuelta…
Cuando sentí que el frio paralizaba mi corazón intente moverme como un reflejo inútil de mi alma pero estaba paralizada completamente congelada e iba a desvanecerme, como se desvanecen los sentimientos en su momento.
Pero entonces reaccionó y me pregunto qué me sucedía, yo intente reponerme, intente olvidarlo para que todo fuese imperceptible, como siempre…. “   
Cuando los cuervos advirtieron mi dolor y olieron el miedo bajaron a revolotear entre mis pensamientos. Tomaron mis recuerdos y los lanzaron contra la nieve, formando, aunque con odio,  hermosas figuras. Yo miraba el espectáculo asombrada, así como cuando veía las luces de la ciudad al anochecer.
 Reconocí la belleza de esas imágenes, y de los cuervos que parecían bailar sobre la nieve. Les había quitado los ojos cuando comencé a criarles por temor a que reconocieran mi rostro y luego pudiesen quitarme los ojos a mí. Pero comprendí que ya era demasiado tarde, mi sentencia estaba escrita, cuando luego de haberme hipnotizado con aquellas imágenes comenzaban a quitar mi ropaje para devorarme. Los detuve:
“Cuando haga conmigo lo mismo que hice yo con ustedes, correré hasta aquí, vendré hasta ustedes, para que me maten y descarguen todo su odio contra mí, solo ustedes conocen el paso entre el amor y el odio, yo no quiero ser parte de eso. No se puede evitar lo inevitable.
Volví corriendo y me tendí entre los árboles, esperando a ser rescatada, mis alas sangraban, pero los cuervos no habían hecho aquel daño.

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