domingo, 13 de julio de 2014

Regálese.

Regálese el hermoso trabajo de mirarse a si misma.
Regálese el hermoso trabajo de darse un tiempo a revisar sus miedos.
¿Acaso es usted tan distinta a todo lo que temía? ¿Acaso es usted quién siempre temió que pasara conmigo?
Cuando exigimos a los otros no es más que falencia propia, lo que exigimos a los otros es lo que- sabemos inconcientemente- nosotros no podemos darnos.

¿Recuerda usted lo que me pedía si algún día todas las promesas se rompían, si algún día tocábamos fondo? Y cuando todo esto ocurrió ¿Quién terminó realizando todas las que para usted eran atrocidades?

Señorita, regálese el trabajo entonces, el humilde trabajo de ser honesta consigo misma, de ser directa y de ser valiente. Tome de una vez un camino y no se convierta en eso que tanto asqueaba. Si para usted era tan deplorable ser como el resto, ¿cómo es que ensució su imagen de tal manera? Y eso es lo que se ve, aunque usted quiera parecer distinta, un ovillo de lana enredado entre otras mil galaxias, entre otros mil ovillos. Si es usted tan revolucionaria, tan distinta, tan única ¿Dónde quedó su autenticidad? Está tan encerrada en la rabia que se ha convertido en el monstruo del que tanto temió, está tan cerrada en rabia que su identidad se transofrmó en el reflejo de las otras mil almas que usted ha usado para ocultar el dolor.


Piénselo.

Nota uno: "Proyectamos nuestros falencias como condiciones para los otros...."

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