
La luz de la luna se reflejaba tenue sobre su almohada, una pincelada de luz que hacía descubrir sus recuerdos. Respiró hondo y apretó los ojos, estaba cansada de sufrir por cosas que no sucedían, sentimientos que no sentía, pero a los que era obligada para no ser un habitante extraño sobre la faz de la tierra. Llevaba años buscando, intentando encontrar algo que realmente le apasionara que fuera más allá de su soledad. No quiso llorar o perdería la batalla, sin embargo esa noche sus lágrimas cayeron.
Apretó su cara contra la almohada y se sintió frágil como una niña, tenía tanto por entregar sin embargo un manojo de sentimientos enredados en su pecho no encontraban respuestas, se agolpaban para ser desencadenados y la hacían desesperarse. -Siento algo en mi, algo que se está perdiendo, se esté secando y es lo suficientemente tierno para ser considerado hermoso- pensó, buscando respuestas se giró para mirar el techo.
Pasó toda la noche sin dormir, girándose en su cama, hasta que finalmente, cuando aún no amanecía decidió salir de su lecho. Abrió aquella enorme cortina que daba hacia el balcón y miró el mar. Para quien no le conociese bien podría parecer tranquilo, quizás porque debido a la oscuridad de la noche lo único que conseguían reflejar sus aguas eran las luces de la ciudad, pero claramente se podía escuchar que estaba más agitado que de costumbre.
La enorme conexión de Klara con el mar venia experimentándose desde su niñez, necesitaba sentir la brisa marina y escuchar el sonido de las olas para sentirse completa, por eso al salir, o más bien escapar de su casa había elegido a Valparaíso.
Sus calles en subida, sus casas coloridas hacían de este un lugar pintoresco y de algún modo casi perfecto para un artista, las características de ese lugar inspirarían a cualquiera y más aún desde un balcón privilegiado de cara al mar.
Klara estaba sentada en aquel balcón y la fría brisa helada no parecía molestarle sus violentos remordimientos parecían representarse en el violento sonido del mar. Suspiraba de vez en cuando intentando acallar sus sentimientos pero sentía miedo, en el silencio los recuerdos parecían acrecentarse más.
Tomo un pincel y algunos otros implementos y pintó lo que el mar le contaba aquella noche, Intranquila siguió con unas partituras y se sentó frente a su enorme piano hasta cuando comenzó a amanecer y junto a un café sentada nuevamente en aquel balcón comenzó a escribir…
No hay comentarios:
Publicar un comentario