
¿Acaso estas
asustada?- me preguntó, miré su rostro, ese que había querido evitar tanto
tiempo solo porque no quería despreciarle tan poco sutilmente, me demoré en
reaccionar, finalmente hice una negativa. -¿entonces?- prosiguió- ¡pareces
desesperada!- ¡Y lo estoy!-respondí alterada mientras me alejándome para caminar en círculos.
El me miró
nuevamente con esa maldita obsesión de convertirme en un objeto para poseerme.
Y así, poco a poco bajo su obsesiva mirada fui convirtiéndome en un objeto,
mientras me ahogaba y mis lágrimas caían. ¿Por qué lloras?- dijo mientras
sonreía- tu no tenias dueño y yo vine a
rescatarte.- Entonces me asusté, porque descubrí que me tenía entre sus manos y
no me dejaría escapar - ¡Ayuda!- pensé. Pero me había convertido en un objeto
transparente para sus ojos y el pudo escuchar mis gritos -¿acaso tienes miedo?-
insistió -¿tienes miedo de mi? ¡Tú me perteneces! - yo me quede en silencio
mientras sentía que no podía respirar. Él comenzó a jugar conmigo entre sus
manos y yo solo podía sentirme sucia
mientras mis promesas se rompían en silencio.
Habían
pasado algunos años, yo estaba aturdida de soledad, solo quería que quien me
había enviado ahí apareciera para
salvarme, pero empezaba a olvidar su rostro. ¡Me había engañado!, prometió
acompañarme siempre, dijo que solo tenía ojos para mí, sin embargo observaba a
otra.
El gigante
manipulador advirtió mis pensamientos y me tomó entre sus manos otra vez -
¡Nada puede ser tan hermoso, pero yo no voy a mentirte!- Miré el reloj, habían
pasado años, resignada me di por vencida cuando me di cuenta que no vendría a
buscarme - ¡Haz conmigo lo que quieras, ya nada me importa, ya nada siento,
estoy rota, estoy vacía..-Ahora harás lo que yo te diga y seremos muy felices-
interrumpió mientras me tomaba entre sus sucias manos y jugaba conmigo, como si
no escuchara mis lamentos.
Desaparecí,
o al menos eso sentía. Me dejé llevar por lo que creí acabaría con todo el
daño, y en mis pesadillas podía ver que quien me había llevado hasta ahí, se
iba con otra y olvidaba sus promesas, solo entonces lograba reconocer su
rostro, solo entonces podía sentirme inevitablemente viva.
Comenzaba a
morir, me desangraba, hasta que vi una luz al fondo por entre las rejas de mi
jaula -¿Qué estás haciendo?- dijo una voz irreconocible dirigiéndose hacia mí,
mientras abría la jaula. Me tomo entre sus manos y comencé a tomar forma, a respirar
y a sentir. Tomó mi mano y corrió conmigo, evidentemente venia a salvarme, ya
que corríamos de el gigante que venía tras de mí pero se detuvo.
Llegamos
hasta aquel lugar donde estaba la luz, yo estaba ciega ya que llevaba una
eternidad encerrada, o al menos eso creía. Habíamos escapado de aquel gigante
que estuvo a punto de asesinarme y quien se había quedado con mis promesas más
preciadas. Comencé a reconocerme y entonces desperté con todo el dolor de lo
que acababa de ocurrir, con todas las preguntas con todos los miedos, quebrada
y desnuda.
¡Todo era
una pesadilla, la peor de mi vida!, una pesadilla que había acabado con mis
promesas, había roto mi mundo. Mas que verme desnuda, podía ver mis huesos,
pues había estado a punto de morir, de desaparecer. Y el dolor, ¡oh! El dolor
de todo lo que pensé, de todo lo que hice, de todos mis recuerdos y todos mis
miedos, estaba atacándome sin compasión. Miré a mí alrededor, al parecer estaba
sola, pero reconocí su respiración agitada, un lamento continuo.
Todo lo que
había dentro de mí se calmo por un segundo, pero volvió de golpe y casi mortalmente
cuando descubrí que quien había hecho que caminara hasta ahí, lo había visto
todo.
Siempre
estuvo en aquel lugar observándome, no me dejo sola ni por un segundo, vio como
moría, como aquella pesadilla había roto cada una de mis promesas.
Me deje caer
nuevamente, y ella corrió a ayudarme
¡Despierta!-Me dijo- tu mente está jugando contigo.
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